sábado, 5 de febrero de 2011

CAPÍTULO 1. CONOCIÉNDONOS

Normalmente no tengo problemas para levantarme. Me despierto de muy buen humor. Quizá porque duermo como un cesto. No lo sé. Poco importa. El caso es que hoy la cosa no ha empezado bien. El agua de la ducha estaba a la temperatura perfecta. Por la mañana utilizo un gel de naranja que me espabila. Por la noche de lavanda. Todo iba bien. Había elegido la ropa del día y estaba todo preparado en la butaca que utilizo como galán de noche. Jersey de cuello enorme, inverosímil. Minifalda mínima, inexistente. Medias estampadas de colores vivos, para alegrar un poco el invierno (no entiendo por qué la gente se viste de gris en invierno). En cuanto me pongo las medias se abre una brecha enorme en el pie izquierdo. ¡Demonios! ¡Justo hoy que han adelantado la reunión!. Busco histérica otras medias idénticas. Por supuesto no las hay. Dios, qué dilema: ¿medias? ¿conjunto completo? ¡Vaaale! Unos básicos nunca fallan: leggins negros y botas altísimas. Andando. El productor odia que lleguemos tarde a las reuniones de programa. Yo odio que dejen los teléfonos encendidos, y se pongan a hablar a gritos mientras estamos reunidos. ¿Qué le vamos a hacer? Los dos nos cabreamos a diario.
Llevamos cuatro años haciendo el mismo programa. Literalmente: el-mismo-programa. Es invierno, hace frío, nieva. Gran novedad.
- ¿Desde qué pueblo nevado abrimos hoy? 
- Katia, ¿podrías ahorrarte el sarcasmo? No estoy de humor.
¡Qué raro! No está de humor, y debe ser por eso por lo que ha pasado de la ducha. No soporto que la gente huela mal por la mañana. A media tarde, puedo pasarlo, aunque no me parece normal. Siempre está esa excusa de las feromonas. Pero ¡por la mañana no! Así que llevo siempre mi perfume en el bolso. El marrano este debería pagarme un plus de perfume, porque gasto el triple por su culpa.
- A ver si nos centramos un poquito, hemos quedado en que si la unidad puede llegar hasta arriba, conectamos desde las pistas y si no, desde donde se haya quedado atascada, eso puede ser más fuerte. (Sí, fortísimo, porque como casi no hemos visto nieve desde que ha empezado el invierno, ¡Dios mío, haz que la agonía sea corta!). La que habla es Patri, la directora. A Patri el Universo entero le parece fuerte. ¿Me está mirando?, ¡no, hoy no!
- Patri, si no te importa mandarme hoy a un interior, te lo agradecería. Estoy incubando algo -y le pongo mi mejor cara de gato de Shrek.
Y así seguimos un rato. Hay un par de niños que han encontrado una montaña de cacas de perro ordenadas de forma artística en un parque. ¡Temazo! Pero hay que taparles la cara. No pasa nada, lo que queremos ver son las cacas. Unos abuelitos iban a casarse en la Residencia, pero la abuela se ha liado con otro más joven, y al novio le ha dado un pataflús. ¿A que me toca? No puedo rechazar dos.
- Katia, tú que tienes mano con los abuelitos.
¡Lo sabía! No es que yo tenga mano con los abuelitos, es que los abuelitos tienen la mano muy larga. Y justo hoy que llevo minifalda. En fin ¡qué se le va a hacer!, por lo menos no se me congelarán las vísceras a la intemperie.
- Vale, pues, si no os importa, me pongo con ello, porque no tengo ni idea de qué va, voy a hacer unas llamadas y...
- ¡Que sí, que te piras de la reunión antes de que acabe! ¿no? -el simpático productor pestilente.
- A ver, Jaime, si hago falta me quedo, pero me parece más práctico que vaya adelantando trabajo, que luego me pilláis siempre en bragas sin haber hablado con nadie -y así de paso me libro un rato de tu olor corporal, que ¡ya te vale, majete!.
Como algún día alguien sea capaz de controlar científicamente la telepatía a mí me parten la cara fijo. Pero si no mantienes tu propia línea de pensamiento en estas circunstancias, te vuelves loco. Lo peor de todo, es cuando haces todo el trabajo, y desde antes de que empiece sabes que se va a caer, pero lo haces de todos modos. Me juego mi conejito vibrador a que hoy no entro.
El día pasa como todos, pero a gritos. Es imposible hablar con los abuelos por teléfono, claro que las enfermeras son peores. Como en un pispás y salgo pitando para la Residencia, a ver si en directo les saco algo más.
Entro en la sala común y a los abuelos se les cae la lengua al suelo. Ya lo sabía yo, pero igual así son más comunicativos. Pregunto por Juanita, la casquivana. 
- ¡Uy, ésa estará por ahí con alguno, menuda es! -me dice una abuelita arrugadita como una pasa, pero con sus labios pintados de rojo pasión, creo que en el fondo envidia a Juanita.
- Y el novio, ¿no saben dónde está?
- Hija, no sale de la habitación. Está todo el día sentado mirando por la ventana y no viene ni a comer.
- ¡Lourdes, deje a la señorita que está ocupada! -una enfermera corpulenta pegando unos gritos increíbles interrumpe mi charla con la abuelita de labios rojos.
- No, no se preocupe, me está ayudando. Le estaba preguntando por el novio despechado.
La enfermera se sonríe.
- Pero, ¿de verdad les interesa esta historia? Mire que llamó una compañera en plan de cachondeo, diciéndoles que les iba a sacar en la tele si seguían así. ¡Amos, que...!
- Pues claro que interesa. Son éste tipo de historias las que de verdad sigue el público. Y vuelvo a dar gracias a Dios porque no se practique la telepatía, porque el calificativo para este tipo de historias no se puede transcribir.
- Pues Juanita anda todo el día en la habitación de su nuevo novio, que tenía una individual y la han hecho doble. ¡No me diga usté, que a la vejez viruelas...!
- ¡Nunca es tarde para enamorarse, mujer! O eso espero, porque tal y como está el mercado, viendo a Juanita todavía me quedan esperanzas. ¿Cree que podría ir a la habitación a hablar con ellos?
- Voy yo primero, que estoy más acostumbrada, no se vaya usté a pegar un susto.
Mientras la enfermera corre rauda a localizarme a los invitados recibo una llamada de la redacción.
- Katia, soy Julia, que están todos muy nerviosos. ¿Tienes algo? La unidad va para allá, pero de momento te tienen en TBC.
Julia es la secretaria de Patri. Un encanto. TBC significa 'to be confirmed', aunque Julita no lo sabe. Para ella es 'quizás', y para mí es 'date por jodida que hoy tampoco entras'.
- Gracias Julia. Creo que están llegando. Te dejo. Si sabes algo llámame por favor, si no fuera por ti estaría perdida.
A Julia le encanta sentirse importante y a mí me gusta darle jabón. Los chicos acaban de llegar.
- ¿Dónde montamos, tía?
- Una enfermera está intentando ver si podemos entrar en la habitación. Ahora nos dice algo.
- ¡No veas si estás buena hoy, Kati!
- ¡Que no me llames Kati, brasas, que eres un brasas! Y cambia ya de rollo, tío.
El brasas es Eneko, el cámara. Él cree que es guapísimo, y la verdad es que tiene un tirón que todavía no entiendo. No sé qué les pasa a algunas, que ven a un tío con una cámara y se les caen las bragas directamente al suelo, y eso le confirma en su idea de sí mismo de sex-symbol absoluto.
- ¡Guapa, que están en la habitación y que podéis ir cuando queráis! Os acompaño.
Eneko y su ayudante vienen conmigo a la habitación. Es pequeña. Los dos abuelitos están sentados junto a la ventana con las manitas entrelazadas, si no fuera porque sé que le daremos un tratamiento de mierda, podría haber disfrutado de la escena.
- Hola, Juanita, ¿cómo está? Soy Katia. Hemos hablado antes por teléfono. Vamos a contarle su historia a la gente, que seguro que le encanta. Usted sólo me contesta las preguntas que le haga y ya está. ¿Vale?
Según estoy terminando la frase, me doy cuenta de que estoy hablando como habla mi madre a los extranjeros que cree que son entre sordos y niños pequeños, y que hablar idiomas consiste en hablar español a un volumen indescriptible. De pronto se oye un gran alboroto. Salgo al pasillo. Corre el personal de la residencia a toda pastilla. Consigo parar a un celador.
- ¿Qué pasa?
- Joaquín (el despechado), que no sabemos cómo se ha subido al tejado y dice que va a tirarse.
¡Madre, mía! ¡Adiós a mi conejito vibrador! Llamo a la redacción.
- Patri, tía, el abuelo abandonado se ha subido al tejado y amenaza con tirarse.
- Abrimos contigo. Llévate a la otra pareja a la calle y aguantarlo hasta que empiece el programa. ¡Vamos!
No me lo puedo creer. Esto es fuerte hasta para mí.
- Eneko, recoge todo.
- ¡Joder, tía, siempre me haces lo mismo!
- Sal a la calle, que el viejo cornudo se va a tirar del tejado. ¡Ya!
- ¡Hostias! Vamos, deja el trípode.
Salimos todos a la calle. Juanita viene a paso de procesión con su nuevo novio de la mano. Empezamos a probar conexiones.
- ¡Hola! ¿Me oís? -no quiero ni imaginarme el control.- ¿Cuánto queda? ¿Dos minutos? Eneko está llegando no sé si les dará tiempo a mover el enlace... Bueno no te pongas así. ¿Alguien ha llamado a los bomberos para que vengan a bajar a ése pobre hombre? Qué tonterías se me ocurren, igual al SAMUR para que haga algo después.
Atenta nena, en tres, dos, uno....
- Hola Cristina. Sí, efectivamente, lo que iba a ser una amable entrevista a una entrañable pareja de ancianos que han encontrado el amor en el ocaso de sus vidas, puede convertirse en una tragedia ante nuestros ojos. Juanita y Joaquín iban a casarse, cuando se interpuso en su camino Miguel, otro compañero de la residencia algo más joven que Joaquín. Parece ser..... Me escucho y no me reconozco. ¡Lo que hay que hacer para comer! Sólo espero que ése pobre hombre se siente, que no le vea su familia y que esto acabe cuanto antes.



3 comentarios:

  1. ¡Jajajaja! Qué divertida y triste es la realidad televisiva...Tal cual la realidad de los demás. Me quedo esperando más.

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  2. ¡Qué acelerón!, espero que Katia encuentre el reportaje de su vida.

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  3. espero que el anciano no se tireeeeeeeee!!!!!!!!!

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